El último ejercicio que nos han mandado consistía en elegir a un personaje público (Urdangarín, Sarkozy o Mingote), hacerle una caricatura y maquetarla en un artículo ficticio de periódico.
Yo decidí coger al Nuero Maldito porque me hacían más gracias sus facciones a lo Clint Eastwood de pacotilla que la cara de Sarko. Y a Mingote lo dejé aparte porque me parece más interesante y útil dibujar a un personaje público más reconocible y caricaturizado (para poder comparar mi trabajo con otros, por ejemplo).
El proceso lo llevé a cabo en un día: me imprimí unas fotillos del Iñaki, empecé a hacer bocetos, a buscar los rasgos característicos y a exagerarlos.
A las 12 de la noche, tenía mi flamante caricabirria de Urdangarín y se la enseñé a mis viejos para ver si lo reconocían. Su opinión fue:
Papá: -Sí, hombre, es el principito, ¿no? Felipín...
Mamá: -Ehm... ¿Juan Carlos?
Silencio aterrador: no funciona, no se reconoce la cara...
Rezando al dios del photoshop y con el útil consejo de Santa Teresa (una amiga de clase que me dijo "júntale los ojos", jajajajaa), procedí a rehacer el monstruo.
Lo único que hice, soñoliento y legañoso, fue calcar el cuello de mi dibujo para hacer otra cara e insertarla en lugar del aborto anterior. Curiosamente, funcionó very well y me salió esta cosa mucho más divertida y digna de llamarse caricatura.
Y eso es todo!
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